Hoy
me sentí olvidada y la casa se hizo grande de repente, me sobraba pasillo,
oxígeno, hojas caídas y palabras. Era en
suma, sentimientos de nostalgia.
Tenía
abiertas todas las ventanas, mi alma velaba deseosa de escuchar pasos y ecos de
otras voces. No para que rompieran el silencio, para que me
acompañaran a disfrutarlo. No para que alejaran mi soledad, sino para que
comprendieran que no duele y no hay que tenerle miedo.
Las
copas de los árboles que le dan sombra a mis pasos saben que existo. Mis manos
llenas de caricias desperdiciadas,
intentan volar como pájaros y el viento me ha envuelto en un canto de
comprensión y enojo; quizá porque no puede abrazarme.
Mis días se han vuelto de invierno, sin
embargo espero; la primavera no tarda. En
esta vida todo gira, y un día escucharé venir por donde empieza la calle, los mismos pasos que se fueron.