6 de diciembre de 2007

Subyugada




Subyugada
ante el sol que se dibuja,
tu recuerdo me embruja.
Mis manos vacías de ti,
convertidas en adictas te buscan.
En cada sueño, rebuscan.

Ante el recuerdo de tus ojos me rindo,
te entrego mi alma con un gemido.
En una entrega total de sentimientos y piel,
me pierdo en sueños, donde te siento mío.
Cómo si yo fuera mar, y tú, río.

Formando una sola ola,
escuchando el canto de la caracola,
ante un horizonte para soñar unidos.
Descansando después, juntos los dos,
de cara al sol tendidos.

Pero la realidad me despierta,
encuentro mi puerta abierta.
De mi alma escapa el llanto reprimido.
Por ese sentimiento tan conocido,
me da la certeza que lastima mis sentidos.
Como el mar y el cielo, ¡nunca estaremos unidos!

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